Innauguro nueva "etiqueta" de mi blog con esta entrada. La "etiqueta"
Qúe tiempo tan feliz ha surgido por una serie de reflexiones de las que ésta será la primera.
Pues esto vino porque, como siempre que no hay nada qué comer en casa, te pones a rebuscar y...pan! (adecuado en este caso que acabe en "n") Te aparece esa tapa del pan bimbo que se había colado arrugadilla detrás del paquete de las galletas. Lo abres esperando un espectáculo esperpéntico de miniorganismos, y no. Tres meses después el pan está en buen estado de frescor y aspecto.
Esto me llevó a recapacitar. Recuerdo cuando de pequeña en el super, haciendo la compra semanal (cosa que parece que cae en el desuso también), aparecía la discusión del pan bimbo. El paquete pequeño era demasiado pequeño, y el familiar decía mi madre, se podía estropear si no nos comprometíamos todos a cenar sandwich, merendar bocata de nocilla y desayunar tostadas toda la semana. Y es que buceando entre los paquetes, a la captura del de posterior fecha de caducidad, la suspuesta esperanza de vida del susodicho pan no era mayor de 10 días. Pasado ese tiempo, el pan de molde se cubría de un mohocillo verde (grisáceo) si te olvidabas mucho de él.
En cambio, analicemos el pan de molde de hoy en día. Pueden pasar meses antes de que esto suceda. De hecho, no recuerdo la última vez que vi ese moho no soy capaz de darle fecha determinada.
Mi pregunta es, si no lleva colorantes, conservantes, ni nada de eso...¿qué le han hecho a este alimento básico en pisos de estudiantes y fiestas de cumpleaños? porque a mí ni Punset me convence de que es cosa del doble horneado.